NOOSFERA NOSOTROS: EL DESPERTAR COLECTIVO DEL CEREBRO EN LA TIERRA
¿Qué estamos haciendo aquí? ¿Cuál es la razón del sueño de esta existencia? ¿Cómo podemos vivir una vida digna de toda esta vastedad? ¿Si la vida del universo es nuestra vida, vista a través de un lente limpio de ilusiones, a través de ojos despiertos mirando hacia fuera a la realidad, en vez de hacia adentro a la fantasía; cómo podemos ser más que sólo figuras con la cara borrosa entre una multitud bulliciosa de extras; avistadas apenas por una fracción de segundo mientras el Universo pasa velozmente? La respuesta tiene que ver con la atención y con aquello a lo cual atendemos.
La historia de Siddartha narra que antes de la iluminación este joven brahmán —que lo mismo experimentó el ascetismo que participó en épicas farras (sexo, drogas y gnosis)— descubrió que la realidad que percibimos es una ilusión (samsara o maia) y a partir de esto, sine qua non, pudo alcanzar un estado de conciencia elevada. Es muy probable que si los viejos textos de la India tuvieran conceptos como simulacro, computación, animación, holograma, esta ilusión habría sido descrita en estos términos. No es casualidad que la diosa Maia, la diosa de la ilusión en la cosmogonía hindú, se haya transformado en nuestro actual concepto de la Matrix —un trazo etimológico de ciencia ficción que convierte la ilusión de la materia en el sueño de la mente. Quizás no sea insignificante que en Grecia, Maia, ascendida a las Pléyades, sea la madre de Hermes, el hacker por antonomasia, el Neo histórico, que en su cuerpo esotérico deja las llaves para escapar de la Matrix.
Franz Kafka

“Es perfectamente imaginable que la magnificiencia de la vida esté dispuesta, siempre en toda plenitud, alrededor de cada uno, pero cubierta de un velo, en las profundidades, invisible, muy lejos. Sin embargo está ahí, no hostil, no a disgusto, no sorda, viene si uno la llama con la palabra correcta, por su nombre correcto. Es la esencia de la magia, que no crea, sino llama”
«Si lo que se dice que fue destruido en el paraíso era destructible, entonces no era decisivo; pero si era indestructible, entonces vivimos en una falsa creencia.» Así, todo el mundo era para Kafka «una falsa creencia» —y de esto se hablaba en sus escritos: de los enormes, inagotables, tortuosos desarrollos de aquella falsa creencia. Pero ¿cuál era su origen? Un fatal equívoco en torno a dos árboles que crecen en el centro del paraíso. Los hombres creen haber sido expulsados de ese lugar por comer el fruto del Árbol del Conocimiento del bien y del mal. Pero es una ilusión. No era ésa su culpa. Su culpa radica en no haber comido todavía del Árbol de la Vida. La expulsión del paraíso era un pretexto para impedirlo. Vivimos en el pecado no por haber sido expulsados del paraíso, sino porque esa expulsión nos ha vuelto incapaces de cumplir un acto: comer del Árbol dela vida.
PHILLIP K.DICK
Un enigmático episodio, en el que recibió una “invasión mental cósmica”, marcó la vida de Phillip K. Dick e hizo que creyera que el mundo en el que vivimos es un simulacro, desarrollando toda una teología de la gran ilusión cósmica.
La respuesta a la que he llegado tal vez no sea la correcta, pero es la única que tengo. Tiene que ver con el tiempo. Mi teoría es esta: en algún sentido fundamental: el tiempo no es real. O quizás sí sea real, pero no como lo experimentamos o como imaginamos que lo es. Tuve una aguda y abrumadora certidumbre (y todavía la tengo) de que pese a todo el cambio que vemos, un paisaje específico permanente subyace al mundo del cambio: y este paisaje invisible subyacente es el de la Biblia; es, específicamente, el periodo inmediato a la muerte y la resurrección de Cristo; es, en otras palabras, el tiempo del Libro de los Hechos.
Dick escribió en Exegesis:
Parece que somos bucles de memoria (portadores de ADN capaces de experiencia) en una sistema computacional pensante en el que, aunque hemos correctamente grabado y almacenado miles de años de información experiencial, y cada uno de nosotros posee depósitos un tanto diferentes de todas las otras formas de vida, hay un mal funcionamiento —una falla— en la recuperación de la memoria.
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